Hace pocos días, la Asociación de Endocrinología Clínica y el Colegio Americano de Endocrinología tomaron posición respecto de la denominación de "obesidad" y propusieron una nueva: "Enfermedad crónica basada en la adiposidad".
Por Prof. Dr. Lucio Criado (*)
No es sólo un cambio de palabras sino una revisión profunda de sus implicancias clínicas y sociales. Pensar en el tejido adiposo como fuente de enfermedades crónicas (y no sólo de aumento del peso corporal) implica una estrategia de abordaje más centrada en sus complicaciones médicas.
El cambio propuesto aspira a transformar radicalmente la forma en que el razonamiento clínico enfrenta esta epidemia contemporánea. El sobrepeso y la obesidad son severos condicionantes de la morbimortalidad de nuestra sociedad.
No ajenos a lo que ocurre en el mundo, un buen ejercicio desde la ciencia es repensar qué está haciendo la ciencia médica y qué hacemos en la Argentina.
Así como esta nueva mirada no se basa únicamente en el índice de masa corporal (IMC) para definir la obesidad (ya que tiene un desempeño limitado como predictor de salud y guía única para la toma de decisiones clínicas), no debemos limitar el enfoque sobre las alternativas terapéuticas reconocidas científicamente para el tratamiento de los pacientes con obesidad.
Hoy sabemos que personas con un peso adecuado que tienen una relación entre la grasa corporal y el músculo inapropiada están metabólicamente enfermos, y otros con discreto sobrepeso pero con alimentación sana, actividad física y abstención de tóxicos son metabólicamente sanos.
Educación, factor determinante
La educación, que comienza en la vida familiar, su conducta alimentaria y hábitos saludables son determinantes en la historia de salud de las personas.
Disponemos hoy de múltiples alternativas para mantener un peso sano. Desde las intervenciones de estilo de vida estructuradas, farmacoterapia y/o procedimientos quirúrgicos como la cirugía metabólica, bariátrica, etc., pasando por el universo de dietas, la actividad física y el dejar de fumar, entre otras; todas estas alternativas contribuyen a restablecer el estado de salud perdido.
La dieta proteinada, protocolizada, bajo control médico y reconocida por la OMS, es un instrumento eficaz y seguro para bajar de peso, con alto impacto motivacional en el paciente por los logros a corto plazo y, por eso mismo, una herramienta terapéutica muy valiosa en la lucha contra esta epidemia.
La obesidad es una enfermedad crónica, por lo tanto, es fundamental el seguimiento médico en el tiempo. Los médicos tenemos la responsabilidad de acordar con cada paciente el tratamiento más adecuado, seguro y eficiente que ayude a mantener su salud.